A propósito del documento: Ateología: Manifiesto por la Excomunión, publicado por la Federación Internacional de Ateos (FIdA) ofrezco mi visión y mi crítica personal de la actitud facilona de presunto 'desafío' de los compañeros que planean pegar su documento en iglesias, catedrales y obispados católicos romanos, lo que me parece que puede ser una divertida broma, pero que realmente no construye una acción ciudadana en defensa del derecho al control de la información personal, lo que sería más relevante socialmente y desde la perspectiva de la emancipación del control externo sobre nuestras vidas privadas.
Sobre el sentido de la apostasía
Mis padres ya no eran creyentes, pero ante la súplica explícita y enfática de mis abuelas (paterna y materna), consintieron en realizar una ceremonia católica de bautismo. También mis padrinos de bautizo eran ateos declarados. Es decir, que la necesidad de realizar una actividad para responder a las expectativas familiares y sociales, así como la oportunidad de incluir más de cerca a amigos queridos en las vidas de la familia, llevó a una simulación, a primera vista sin mayores consecuencias...
Sin embargo, cada vez que un jerarca católico fundamenta sus intentos de imponer una moral dogmática sobre la sociedad y de negociar prebendas políticas con los poderes públicos en la presunta militancia católica de la mayoría de la población, presuntamente sustentada en las fes de bautizo, vuelvo a considerar que sería pertinente que quienes no avalamos estas posiciones nos deslindáramos de semejante liderazgo, que hagamos visible un movimiento nacional (así sea pequeño inicialmente) que desautorice la manipulación jerárquica de las estadísticas de las fes de bautizo, generalmente realizado sin tomar en cuenta la opinión de los bautizados, que no podíamos defendernos como bebés ante esa imposición...
Me parece que no es cosa menor confundir entre excomunión y apostasía. La excomunión es un castigo, una exclusión del uso de los sacramentos decretada contra alguien. Evidentemente, si uno renuncia a participar de los sacramentos de determinada comunidad, la 'excomunión' decretada resultaría irrelevante, pues solamente pueden privarnos de lo que deseamos o de aquello de lo que participamos. En cambio, la apostasía se refiere a la exigencia a la jerarquía de la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR) de que reconozca que algún bautizado ha decidido abjurar de las doctrinas y prácticas de la ICAR. Apostatar es exigir que se nos borre de la lista de bautizados, y así evidenciar la oposición de determinado sector a que la jerarquía de la ICAR siga manipulando las cifras de bautizados para medrar políticamente.
En España con la iglesia han topado muchos solicitantes de que la ICAR tome nota de de su apostasía. Pese a que hay una agencia gubernamental para la protección de los datos personales (que exige que los datos proporcionados con un fin no se comercialicen o utilicen para fines diferentes, que se manejen confidencialmente y que sólo conserven los datos personales mientras se cuente con la autorización de los interesados) la jerarquía de la ICAR ha utilizado todos los medios burocráticos a su alcance para dificultar la toma de nota y borrar de sus registros los datos que el apóstata exija.
En países con una tradición católica predominante históricamente puede sonar engañosamente 'heroico' pretender provocar la declaratoria de excomunión como una supuesta forma de lucha. Sin embargo, me parece que esta es una táctica equivocada. ¿Qué sentido tendría reconocer la eficacia de la excomunión interna? ¿No sería esto validar indirectamente la eficacia simbólica de los mecanismos jerárquicos? Por lo demás, la 'excomunión' no es un derecho, mientras que la apostasía sí lo es. La excomunión es una prerrogativa de los obispos, mientras que la apostasía es exigirles que reconozcan que en uso de su libertad, algunos bautizados han decidido separarse de su doctrina y su práctica autoritaria. No es una diferencia pequeña. Lo que está en juego no es nuestra capacidad para mostrarnos indiferentes ante las condenas al fuego eterno, lo que está en juego es exigir socialmente a los jerarcas autoritarios de la ICAR que nos borren de su lista: ¡No en nuestro nombre, nunca más!
¿Suplicaremos a los jerarcas de la ICAR que nos concedan la gracia de condenarnos al fuego eterno y que nos priven de sacramentos transubstanciados en los que ni creemos, o exigiremos nuestro derecho ciudadano a que conste legalmente que no formamos parte de su lista, que no avalamos su política y que descartamos su doctrina y su práctica autoritaria? ¿Por qué habríamos de presumir coherencia alguna por parte de la jerarquía en cuestión? ¿Por qué habríamos de conceder la razón a la jerarquía de la ICAR en el sentido de que ella sería la suprema y más prístina encarnación de lo religioso en la experiencia humana, y que por lo tanto cualquier crítica contra la jerarquía de la ICAR tendría el efecto automático de demoler la completa categoría de 'lo religioso'?
La principal crítica que hago a este manifiesto de la FIdA es que me parece que, pese a que puede ser un revulsivo fresco que motive muchas discusiones útiles e interesantes, es en todo caso un documento de autoconsumo, no convence a ningún dudoso, solamente refuerza la convicción de los ya convencidos previamente. Pese a que desde la posición ateísta dogmática se acusa a los creyentes de no reflexionar y de deficiencias en su razonamiento, por ninguna parte se ve ninguna demostración de que todos los males de la humanidad provengan ni siquiera de la jerarquía de la ICAR, ya no digamos de 'la religión'. Al parecer, la pereza argumental resulta un riesgo generalizado de la condición humana y no parece que ni la ICAR, ni los creyentes la puedan monopolizar en manera alguna.
Y una vez más, la historia se repite, y como Carlos Marx dijera alguna vez, la primera vez es tragedia, pero la segunda ya es comedia. Cuando Augusto Compte postuló su nueva religión positiva como la vía suprema hacia el progreso continuo de la humanidad, en vez de ofrecer una religión de integridad ética, de búsqueda y de libertad de pensamiento, se autonombró el Papa de la Religión Positiva. Ahora los compañeros de la FIdA se autonombran el I Concilio Ateo (Ateología: I Concilio Ateo), por fortuna, los unitarios sí hemos aprendido algo sobre las trampas de la ortodoxia dogmática autoproclamada por un 'concilio'. Nosotros, a diferencia de la jerarquía de la ICAR y de la FIdA-I Concilio Ateo, no nos autoproclamamos dueños exclusivos de ninguna verdad definitiva, ni consideramos que quienes difieran de nosotros estarían necesaria e irremisiblemente condenados a castigos eternos (el error eterno, según la FIdA).
Saludos en la búsqueda más allá de dogmas.
apostasía
excomunión
ICAR
unitarismo
religión_sin_dogmas
ateismo_fundamentalista
ortodoxia_y_herejía
FJLG
I_Concilio_Ateo
error_eterno
monopolio_de_la_verdad