23 de julio de 2010

Una iglesia que podría tenerte como integrante




Guía para humanistas (escépticos, agnósticos, ateos, naturalistas, no-teístas y librepensadores no-sobrenaturalistas) sobre el Unitarismo Universalista



Por Doug Muder (publicado originalmente en la revista electrónica The New Humanism, Trad. Fco. J. Lagunes Gaitán)


El unitarismo universalista (UU) ha tenido una relación única con el humanismo [el humanismo se entiende como una filosofía progresista de vida que, sin sobrenaturalismos, afirma nuestra responsabilidad y capacidad para llevar vidas éticas y de realización personal que aspiren al mayor bien de la humanidad]. ¿Qué otro grupo religioso habría invitado como orador a un ateo públicamente asumido como tal, como lo hicieron los unitarios universalistas al invitar al escritor Kurt Vonnegut a dar la prestigiosa Conferencia Ware en una plenaria de su Asamblea General en 1986? Los humanistas UU cuentan con su propia organización, HUUmanists, y su propia revista, Religious Humanism. En un sondeo realizado en 1998, casi la mitad de los UU se identificaron como humanistas. El editor responsable de la revista electrónica The New Humanism, Greg Epstein (Capellán Humanista de la Universidad de Harvard), habló en las Asambleas Generales UU de 2008 y de 2010.



Unitarios fueron quienes estuvieron a cargo de la redacción y publicación del Manifiesto Humanista de 1933. En su libro de 2002 La hechura del Manifiesto, William F. Schulz, quien anteriormente presidió de la Asociación Unitaria Universalista de Congregaciones (UUA), y también presidió la Sección de Amnistía Internacional en los EUA, recibió en el año 2000 la distinción como Humanista del Año, otorgada por la Asociación Humanista Americana (AHA), afirma que hay más humanistas en las iglesias UU que en la AHA.



Muy pocas han sido las organizaciones religiosas que han estado consistentemente al lado de los humanistas en las batallas en las que la moral tradicional y los derechos humanos se han enfrentado. Las líderes de las parejas demandantes que presentaron el caso legal por el matrimonio del mismo sexo en Massachusetts ante la Suprema Corte del Estado, hicieron sus votos matrimoniales en Boston, en la oficina central de la Asociación Unitaria Universalista (UUA), y la ceremonia fue oficiada por el Rvdo. William Sinkford, entonces presidente de la UUA. Alrededor de unos 100 ministros —un buen porcentaje del clero UU— participó con Martin Luther King Jr., en 1965, en la Marcha de Selma, Alabama, por los derechos civiles. El asesinato de uno de ellos (James Reeb) ofreció el martirio blanco que el presidente Lyndon B. Johnson necesitaba para urgir al Congreso a aprobar el Acta de Derecho al Voto. Otro UU (James Barrett) fue asesinado en 2003 mientras trataba de proteger a partidarias de la despenalización del aborto de una agresión de extremistas violentos de la derecha religiosa. Linus Pauling, quien ganó dos veces el premio Nobel (de química y de la paz), dirigió una iniciativa de científicos por la prohibición de las pruebas nucleares (y fue uno de los fundadores de la Liga Internacional de Humanistas) fue también UU.



Las Asambleas Generales de la UUA han aprobado más de una docena de resoluciones en apoyo a la separación de las iglesias y el estado. Norman Lear, fundador del grupo activista cívico y progresista People for the American Way fue otro conferencista Ware en 1994. El congresista demócrata por California, Pete Stark, también unitario universalista, fue el primer miembro del Congreso que anunció públicamente que no creía en Dios.



Así pues no sorprende que cuando los humanistas buscan una comunidad de gente afín —un lugar para criar a sus hijos en los valores humanistas, para buscar aliados en la acción social, para celebrar una boda o solemnizar un funeral, o quizá sólo para recibir un recordatorio semanal de que nuestra cultura consumista no constituye la única alternativa a Dios— la iglesia unitaria universalista local es una alternativa esencial. Hay alrededor de unas mil comunidades UU en los EUA (muchas más que las Sociedades de Cultura Ética, u otros grupos amigables hacia el humanismo), hay al menos una en cada estado de los EUA [además de la Iglesia de la Fraternidad Mayor (CLF), por correo e Internet, para angloparlantes UU que no cuenten con una comunidad presencial cercana].



¿Pero acaso es tan simple la respuesta a la búsqueda de comunidad para los humanistas? ¿Todo lo que tendríamos que hacer es unirnos a iglesias unitarias universalistas? Dado que yo mismo soy UU —de hecho, me siento más cómodo al identificarme como UU que como humanista— desearía poder hacer esta recomendación general en buena conciencia. Pero mientras que muchos humanistas están contentos como integrantes de comunidades UU, muchos otros no lo están, y cada año algunos HUUmanistas se marchan disgustados dando un portazo tras de sí.

Así que la pregunta parece ser ¿serías un humanista contento en una comunidad UU o saldrías dando un portazo?



Quizás la mejor forma de comprender lo que es el unitarismo universalista es analizar de dónde proviene. Créase o no, la historia (al menos en el caso de la rama unitaria del árbol familiar UU) comienza con los puritanos. Tras su llegada al Nuevo Mundo en el siglo XVII, los puritanos no tenían mucho de humanistas, ni siquiera eran cristianos particularmente liberales. Pero las iglesias puritanas carecían de dos elementos que a la postre anclaron a las instituciones religiosas a una posición de resistencia contra las fuerzas progresivas de la evolución: No imponían un credo obligatorio y carecían de autoridad jerárquica.



Se esperaba que cada congregación leyese por sí misma la Biblia y ninguna autoridad externa podía forzar a una congregación a leerla de manera particular. Los puritanos creían que una autoridad externa resultaba innecesaria, puesto que el Espíritu Santo seguiría impulsando de regreso a las congregaciones hacia la verdad. Pero lo que sucedió es que muchas de esas congregaciones se acercaron a posiciones liberales.



La deriva fue gradual, pero a lo largo de los siglos los cambios pequeños tuvieron un efecto acumulativo. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, gente como William Ellery Channing comenzó a interpretar la Biblia de acuerdo a la razón, más que a la tradición, y encontró que algunas de las doctrinas cristianas menos razonables, tales como la de la Trinidad, además carecían de fundamento bíblico. Así fue que afirmaron la Unidad, en vez de la Trinidad de Dios, por lo que fueron conocidos como Unitarios.



Para mediados del siglo XIX Ralph Waldo Emerson desafiaba el carácter único de la Biblia, que a él le parecía el registro de la inspiración de un pueblo. La gente en otros tiempos y lugares (como nosotros aquí y ahora) debería aspirar a su propia inspiración divina. Y si esta era ahora la meta, ¿por qué no buscar en la Naturaleza o el Arte, en vez de en la Sagrada Escritura?



De ahí que cada generación de unitarios se volvió cada vez más humanista que la anterior, hasta que para 1920 el ministro unitario Curtis Reese pudo anunciar a sus colegas (nada menos que en público) que Dios era "filosóficamente posible, científicamente no-probado y religiosamente innecesario."

El hecho de que Cotton Mather (clérigo puritano cazador de brujas) no se haya revolcado en su tumba, en sí mismo constituye una evidencia poderosa contra la vida después de la vida.

El unitarismo humanista al estilo de Reese despertó controversias por una generación, pero para la época de la fusión con los Universalistas, en 1961, ya constituía el punto de vista mayoritario en casi todas las iglesias UU. Desde entonces, las cosas se han movido en una dirección diferente —de la que hablaré más adelante.



Esta historia única explica la insólita mezcla de características que se encuentra en una iglesia UU típica. Si entraras al servicio dominical con unos audífonos encendidos y puestos, podrías imaginar que estás en una iglesia cristiana. Las familias llegan juntas y los niños van a sus clases dominicales. Los adultos se paran y sientan al unísono. A veces cantan juntos o leen juntos del himnario. Podría haber un coro y/o un órgano. Puede que se enciendan velas. La mayoría de las veces, un ministro se pone de pie y da algo que podría llamarse una 'plática' o un 'discurso' pero que se parece sorprendentemente a un sermón.

Visto así podría parecer que los UU imitarían a la mayoría de las denominaciones cristianas, pero no es así. Dado su carácter de producto evolutivo, el unitarismo universalista recibió todas estas prácticas de un ancestro común —de la misma forma en que los delfines obtuvieron sus pulmones.



No importa cuán naturalmente hayan surgido estas semejanzas con las prácticas cristianas, no obstante, ofrecen la primera prueba de si estarás feliz como UU: Si te sacan de quicio, independientemente de su contenido intelectual, entonces tu vida como UU será difícil. No te tortures.

Pero si puedes tolerar las apariencias —yo mismo he llegado a tomarles gusto a estas prácticas— entonces quítate los audífonos y escucha. Sin duda escucharás un mensaje que no es necesariamente Humanista con “H” mayúscula, pero que es decididamente humanista: La gente de buena voluntad ha de poder ver más allá de sus diferencias sobre cuestiones metafísicas y comenzar a arreglar el mundo —y aquí 'arreglar' significa crear las condiciones para la felicidad humana y la realización plena de nuestro potencial aquí y ahora, no a preparar a nuestras almas invisibles para una vida después de ésta. Las muchas escrituras del mundo son leídas en pos de inspiración, no para ofrecer pronunciamientos de autoridad absoluta, así que una discusión UU no concluye cuando alguien cita la Biblia. La oración es una meditación comunitaria sobre las necesidades y deseos humanos, no una solicitud de favores sobrenaturales. La descripción que hacen las ciencias del mundo físico es aceptada, y aunque a veces los UU pueden mostrarse escépticos sobre si es que la tecnología crea un Cielo un Infierno para nosotros, entienden completamente y simpatizan con el deseo científico de resolver cualesquier enigmas terrenales susceptibles de ser resueltos. A diferencia del Castillo de Barba Azul, un universo UU no tiene habitaciones cerradas.



Antes de que digas "¿Dónde me apunto?", sin embargo, necesitas tomar en consideración la tendencia continuada de las décadas recientes. Hubo un momento en las décadas de 1960 y 1970 en el que el unitarismo universalista pudo haberse convertido extraoficialmente en la Iglesia del Humanismo. El humanismo fue claramente la filosofía dominante y todas las formas religiosas tradicionales estaban en retirada. Muchos UU sintieron que su camino evolutivo de siglos había concluido: Que se habían sacudido las lapas del cristianismo y habían llegado a la fase superior, el humanismo.

Muchos todavía se sienten así, pero la comunidad como un todo se ha movido un una dirección diferente. Particularmente entre los ministros, hay una tendencia a considerar la religión tradicional, no como una incrustación que nos tengamos que sacudir, sino como un recurso para ser explorado y profundizado. La sólida playa del Humanismo es algo que ahora se da por sentado, pero desde esa playa los UU del siglo XXI bucean de regreso hacia la religión, para buscar lo que pueda ser rescatado: los rituales para construir comunidad, las narraciones que transmiten enseñanzas, las técnicas para la transformación personal, las invocaciones del asombro y la maravilla, y así sucesivamente.



Así que, las palabras religiosas que una vez parecieron ir de salida en el unitarismo universalista —adoración, oración, Dios, santo, sagrado, salvación, divinidad, y muchas otras— vuelven a cobrar vigencia. Si exploras esas palabras, si preguntas a los UU qué buscan al usarlas, es más que probable que escuches una explicación bastante compatible con un humanismo subyacente. Pero si consideras a esas mismas palabras como portadoras de una infección peligrosa, posiblemente encontrarás que las iglesias UU serían lugares poco recomendables para tus normas higiénicas.



Finalmente, las congregaciones UU son tolerantes al error. Literalmente cualquiera puede llegar a una iglesia UU, creyentes de cualquier clase de locuras, y no se les pedirá que se retiren. De hecho, si asumes como tu misión decirle a alguien que no pertenece a ese lugar, lo más probable es que la comunidad te lo reclame. Si paseas entre los asistentes, a la hora del café, luego del servicio dominical, es muy posible que te encuentres con astrólogos, gente que mira cristales, sanadores por fe y gente de la Nueva Era en todas sus variedades. Son una minoría y la mayoría de ellos no duran más de unos cuantos meses. Pero si suele sucederte que uno de esos encuentros te arruine la semana completa, quizás no serías un integrante feliz de esa comunidad.

En resumen, si eres alérgico a las alusiones y palabras de la religión tradicional, el unitarismo universalista no sería para ti. Si buscas una comunidad de Humanistas puros y sin mácula, no la encontrarás en la mayoría de las congregaciones UU.

Pero si quieres ser aceptado incondicionalmente como el Humanista que eres, sin ocultamientos, ni hipocresía, eso puedes obtenerlo. Si buscas aliados en la lucha para hacer del mundo un mejor lugar, ahí los puedes encontrar. Si te resulta estimulante la diversidad de puntos de vista y si disfrutas de relacionarte con gente que ve el mundo de una manera diferente (aunque no excesivamente diferente), una iglesia UU es un lugar apropiado para conocerla.

Si vienes a mi iglesia, serás bienvenido. Puede que seas feliz allí, o puede que no. Sólo tú podrás juzgarlo.




Doug Muder- Una iglesia que podría tenerte como integrante

9 de julio de 2010

William R. Murray: El humanismo religioso




El Dr. William R. Murray, anteriormente presidente de la Escuela Teológica Meadville-Lombard en Chicago (un seminario Unitario Universalista) y autor del libro, "Reason and Reverence: Religious Humanism for the Twenty-first Century" expone su concepto del humanismo religioso:



...un compromiso de vida que se regocija por estar vivos en este universo vasto y de belleza arrebatadora, que encuentra gozo y satisfacción en contribuir al mejoramiento humano. No cuenta con un credo, sino que insiste en la razón, la compasión, la comunidad, la naturaleza y la responsabilidad social, es una forma de vivir que responde a las necesidades espirituales y religiosas de la gente actual.

Un nuevo humanismo emerge entre los unitarios universalistas, un humanismo religioso fundamentado en los desarrollos culturales y los descubrimientos recientes en las ciencias naturales y sociales, sustentado en el contexto mayor del naturalismo religioso, un humanismo religioso que ofrece profundidad, sentido y propósito sin sacrificar la honestidad intelectual o la dimensión espiritual.


12 de mayo de 2010

Robert G. Ingersoll: "Si todas las iglesias fuesen como esta..."




"Quitemos de la iglesia lo milagroso, lo sobrenatural, lo incomprensible, lo irrazonable, lo imposible, lo incognoscible, lo absurdo, y no queda nada sino un vacío." [Robert G. Ingersoll, "The Ghosts", 1877]



"La Iglesia del Pueblo en Kalamazoo, Michigan, recibió mucha publicidad en 1896 cuando el Coronel Robert G. Ingersoll (1833-1899), orador conocido, librepensador y agnóstico, crítico notorio de la teología cristiana convencional, visitó Kalamazoo y, por invitación de la ministra Caroline Bartlett (1858-1935) su "iglesia institucional". Él declaró posteriormente a la prensa "Si todas las iglesias fuesen como esta, jamás habría dicho una palabra contra ellas o la religión. Si viviese aquí, me habría unido a esta iglesia, si me hubieran aceptado." Esto suscitó una gran discusión pública sobre si esto significaba que el Coronel Ingersoll se habría finalmente 'salvado', algo por lo que había estado orando la la Liga Epworth (de metodistas devotos). El Chicago Tribune publicó un artículo sobre el hecho y en él la Revda. Caroline explicó lo suficiente sobre la teología no-dogmática y liberal unitariana de la Iglesia del Pueblo en Kalamazoo como para aguar esas devotas esperanzas infundadas."

http://www.peopleschurch.net/history.html

26 de febrero de 2010

El ídolo de la la 'laicidad'



Siempre es más fácil cuestionar la heterodoxia ajena que la mitología propia. Con singular presteza, le han llovido al senador Pablo Gómez los reclamos por su posición favorable a derogar el inciso E del Artículo 130 constitucional (que prohibe la participación política de los ministros de culto). Evidentemente, el senador Gómez rompe con una arraigadísima ortodoxia de la izquierda, pero no sólo de la izquierda (por esta confusión que imagina al jacobinismo como quintaesencial a la izquierda, incluso hay priístas que se proclaman 'de izquierda', cuando el régimen corporativista del PRI fue la mayor bendición para la derecha empresarial en una época de inestabilidad mundial y conflictos sociales).


ORTODOXIA Y HEREJÍA

Muchos de los reclamos contra la nueva concepción de laicidad que el senador Gómez promueve han tomado la forma de auto de fe y juicio sumarísimo. Parece tentador instalarnos en el papel de Torquemadas (o Robespierres) a defender la siempre virtuosa tradición ortodoxa. Pero la verdad es que nunca me han convencido las descalificaciones del otro sólo por ser hereje, por escoger sus propias convicciones, por pensar con su propia cabeza. Así que en vez de preparar la leña verde para incinerar lentamente al hereje, me parece mucho más consecuente la lidea de discutir sus argumentos y confrontarlos con los del dogma al uso en la gelatinosa izquierda jacobina que padece nuestro país.


LA RELIGIÓN CIVIL

Ante una lectura defectuosa e interesada de la laicidad moderna, la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR) suele asumir como su lema: “¡Laicidad, sí; laicismo agresivo, no!” . Pero este lema no describe adecuadamente lo que hicieron los jacobinos o los gobiernos estalinistas: no se trató de una modalidad de ´laicismo', sino de ateísmo dogmático impuesto (en el caso estalinista) y de religión civil, en el caso de los jacobinos. No pretendían abolir toda forma de religión, sino sólo permitir las que no fueran intolerantes, JJ Rousseau lo ponía así:

Los dogmas de la religión civil deben ser sencillos, en pequeño número, enunciados con precisión, sin explicación ni comentarios. La existencia de la Divinidad poderosa, inteligente, bienhechora, previsora y providente; la vida por venir, la felicidad de los justos, el castigo de los malos, la santidad del contrato social y de las leyes; he aquí los dogmas positivos. En cuanto a los negativos, los reduzco a uno solo: la intolerancia; ésta entra en los cultos que hemos excluido (...).

Ahora que no existe ni puede existir religión nacional exclusiva, se deben tolerar todas aquellas que toleran a las otras, mientras sus dogmas no tengan nada contrario a los deberes del ciudadano. Pero cualquiera que se atreva a decir "fuera de la Iglesia no hay salvación", debe ser echado del Estado...


Esta es la diferencia principal entre la religión civil jacobina y la laicidad liberal, la primera pretende someter a las expresiones religiosas a una serie de requisitos (que pueden ser incluso razonables, si se quiere), la segunda antepone libertades esenciales como la de expresión y de creencias. Nada en la vida es absoluto, por ello incluso los derechos humanos pueden ser válidamente limitados, en determinadas situaciones extraordinarias (como con las cuarentenas en epidemias catastróficas de algo como el Ebola). Pero limitar los derechos y libertades esenciales durante siglos sólo porque le tenemos miedo a la ICAR, me parece un despropósito impresentable como criterio para restringir los derechos humanos de las y los mexicanos.


LA IDOLATRÍA DE LA 'LAICIDAD'

Esta discusión a veces me recuerda a la discusión histórica entre partidarios y enemigos de la Trinidad. Hoy en día parece difícil encontrar un asunto que por provenir de la filosofía griega del siglo IV nos diga menos sobre nuestra realidad y nuestras necesidades. Sin embargo la educación teológica de los cristianos todavía señala como decisivo y central un dogma que nunca parece haber dado consuelo, inspiración o vida a nadie. La actitud de alarma ante una modificación del marco legal de las asociaciones religiosas me parece esencialmente injustificada, aunque alguna formulación desdichada del senador Pablo Gómez pueda suscitar esa alarma (cuando habla de resarcir a la “jerarquía de la ICAR” de injusticias pasadas). No, el derecho de libertad de religión (de creer y de no creer) es un derecho de las personas, no un derecho de las instituciones jerárquicas.

El cumplimiento de las leyes jacobinas que nos rigen siempre han sido un campo de 'tolerancia' de los gobiernos. Y al no cumplirse no había quejas contra México por violar los derechos humanos fundamentales. Pienso que la ley puede servir para muchas cosas, pero difícilmente para protegernos de nosotros mismos. Aunque pusiéramos la palabra laicidad en cada artículo de la constitución, iniciar una acción legal contra la libertad de expresión de un jerarca eclesial podría llevar, por más legal que fuera la acción, si no prima las libertades individuales esenciales sería evidentemente injusta y abusaría de los derechos humanos. La laicidad jacobina no nos ha protegido del creciente poder del clero católico, de la influencia que ejerce sobre los actores políticos. Cuando el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, había donado discrecionalmente fondos públicos a la ICAR nos dimos cuenta de que no había ningún recurso legal para impugnar su arbitrariedad. ¿De verdad habría mucha diferencia si tuviéramos un gobernador con alzacuellos? ¡Dudo que pudiera ser menos laico que el gobierno de Emilio González Márquez!


LOS DERECHOS HUMANOS SON DE TOD@S

Los defensores a ultranza del paradigma jacobino suenan como el Procurador General de la República, Arturo Chávez Chávez, que dice que respeta plenamente los derechos humanos, pero impugna el matrimonio civil del mismo sexo y la adopción. De la misma manera, cuando hablan de otros temas, muchos de estos jacobinos rinden culto de dientes para afuera a los derechos humanos, pero al hablar de la religión les parecen justificadísimas las restricciones arbitrarias permanentes. Los derechos humanos son una integralidad interredependiente, no puedes decir selectivamente, 'esta parte sí me gusta, pero esa no la acepto' y considerarte partidario de los derechos humanos. Si la libertad de creencias y de expresión significan algo, deben permitir que cada cual escoja libremente sus creencias y prácticas religiosas (o ninguna).


LAS IGLESIAS Y LA POLÍTICA

Puede ser útil reflexionar sobre cómo se regula esta relación en otros países. En los EUA, las iglesias cuentan con exención de impuesto sobre la renta, pero en la medida en que intervengan activamente en política electoral o partidista, pueden perder su exención para ser tratados fiscalmente como cualquier grupo político. Hay que distinguir entre el derecho humano de los ministros de culto a expresar sus opiniones y a participar políticamente, y las consecuencias que puede tener para una iglesia actuar electoral o partidistamente. Actualmente, en México, la ley prohibe a los ministros de culto posibilidad de asociarse, candidatearse y llamar a votar por un partido o coandidato. He aquí una gran oportunidad de adecuarse a los derechos humanos.


MERECEMOS SER TRATADOS POR LA LEY COMO ADULTOS

Y bueno, la ley da un paso más allá al prohibir a los ministros que: “en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, [no podrán] oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios”. Cualquier abogado sabe que la ley y la justicia no son sinónimos. Y cuando hay leyes injustas es indispensable para la democracia que se escuchen las voces disidentes. ¿Qué sentido tendría prohibir que lso ministros e iglesias se opongan a leyes e instituciones? Está el caso de la iglesia cuáquera en los EUA, que por su vocación pacifista promovió la objeción de conciencia contra las guerras... Si hubiera estado vigente una ley jacobina les habrían quitado el registro.

Es célebre la resolución de la Suprema Corte de los EUA, en el sentido de que la libertad de expresión debe primar sobre acciones irrespetuosas como quemar la bandera. ¿Por qué los mexicanos permitimos que nos oprima una ley de la bandera y el escudo nacional que no es sino un resabio de la religión civil jacobina? ¿Es que nuestras opiniones valen menos que un mero símbolo?. Hace poco se canceló la transmisión de un capítulo de la serie South Park en el que aparecía el presidente Felipe Calderón Hinojosa y el pretexto autoritario fue que aparecía la bandera con el escudo nacional en un contexto no permitido por la susodicha ley. Todos los días hay maestros de primaria que pretenden expulsar a los alumnos que no participan del culto civil a la bandera, como si el derecho a la educación no primara sobre la religión civil, que el mismo JJ Rousseau consideraba sólo uno entre varios. ¿No va siendo hora a de superar el infantilismo jacobino para transitar a una sociedad respetuosa de los derechos humanos de tod@s?

23 de enero de 2010

El músico ateo Brian Eno participa en el coro de una iglesia


Por Francisco Javier Lagunes Gaitán

En entrevista con Paul Morley para el suplemento The Observer del 17 de enero de 2010, del prestigioso periódico británico The Guardian (que contó entre sus fundadores con un número notable de cuáqueros y unitarianos), Brian Eno (Woodbridge, Suffolk, Reino Unido, 1948-), el notabilísimo y visionario experimentador sonoro y productor musical (parte del Roxy Music original, destacado creador en el sonido 'ambient', muso de David Bowie, el cerebro detrás de Talking Heads y 'quinto integrante' de U2) comparte en esa entrevista su visión, experiencias y algunas ideas notables, de las que comento dos:

A propósito de cantar

"Pertenezco a un coro de gospel. Ellos saben que soy ateo pero son muy tolerantes. En último análisis, el mensaje de la música gospel es que todo mejorará. Si escuchas millones de grabaciones gospel –y yo lo he hecho– e intentas poner en claro lo que tienen en común, se trata de un sentimiento de que de alguna manera hemos de triunfar. Puede haber miles de cosas. Pero el mensaje… bueno, hay dos mensajes… uno es de cierta clase de optimismo por el futuro, más que pesimismo. La música gospel nunca es pesimista, nunca es 'oh, Dios mío, todo se va por el caño', como el blues sí es frecuentemente. La música gospel siempre trata de las posibilidades de trascendencia, de que las cosas mejoren. También es sobre la pérdida del ego, que triunfarás o te sobrepondrás a la adversidad al perderte a ti mismo, al volverte parte de algo mejor. Ambos mensajes son completamente universales y no tienen nada que ver con la religión, o con una religión en particular. Tienen que ver con las actitudes humanas básicas y se puede compartir esa actitud y por ello cantar gospel incluso si no eres parte de una religión."

Me encanta la visión de Brian Eno sobre este asunto. No ser creyentes no tendría por qué ser vivido como una fatalidad que nos impidiera gozar de una rica vida comunitaria en una iglesia. La experiencia de vivir una congregación cantora proporciona una fuerte estimulación social y síquica que contribuye a nuestro autoconocimiento y autopercepción de un lugar de amor y aceptación para nosotros en el mundo (lo que suele denominarse 'espiritualidad'). No. Ser ateos, agnósticos o no-teístas no tendría que implicar privarnos de ningún ámbito, servicio o actividad social que enriquezca nuestra vida. Una iglesia pluralista que no pretenda imponer sus creencias, dogmas, ni una presunta autoridad suprema por encima de nuestra conciencia, razón, intuición y experiencia sería un ámbito ideal para nuestro desarrollo humano. Incluso el conocido escéptico James Randi (Toronto, Canadá, 1928-) simpatiza en cierta medida con los unitarianos, incluso dice que en algún momento se habría unido a esta iglesia postcristiana pluralista sin credos obligatorios.


Sobre la celebración de la fragilidad humana

"La otra vez escuché a una banda con el peor vocalista, el percusionista con menos ritmo y el guitarrista más desafinado que jamás había oído en uan grabación profesional, y yo me dije: al fin, por fin ha encontrado su lugar la reacción contra la profesionalización instrumental estandarizada. Un ingeniero con esa visión lo habría arreglado y pulido, pero esta banda era realmente una celebración de la fragilidad humana. Era tan tosca que resultaba realmente inspiradora."

Ser ateos o agnósticos no tendría que implicar que nos uniéramos a la conspiración contra la vulnerabilidad que vende el estereotipo de nuestra cultura consumista. Contra lo que suelen pensar muchos ateístas latinoamericanos, o los 'nuevos ateos', nos perdemos de lo más importante de la vida si no contamos con un ámbito comunitario para, renovar nuestra esperanza, recordar nuestros mejores llamamientos, lamentar y celebrar juntos, para hablar de lo que nos duele y de nuestras vulnerabilidades, en vez de quedarnos instalados en la indigencia existencial de nuestras certezas arrogantes. Como lo dice Don Beaudreault: Ser agnóstico, no es tener una licencia para la complacencia o la soberbia sobre los imponderables de la existencia humana.





7 de enero de 2010

FJLG: ¿Odiar al pecado y amar al pecador? ¡Es complicidad con la opresión!



"La infumable frase que suelen repetir como mantra 'justificadora' los extremistas religiosos discriminadores es: 'Odiar al pecado y amar al pecador'. Al parecer la dijo originalmente Mohandas K. Gandhi, pero se refería a perdonar a los opresores, sin dejar por ello de resisitir activamente a la opresión. ¡Ciertamente no era para usarla con soberbia y ponerse de perdonavidas con las víctimas que la misma institución autoritaria oprime!"

~Francisco Javier Lagunes Gaitán (Ciudad de México, 1966-)






3 de enero de 2010

¿Existe el 'laicismo radical' que descalifica Ratzinger?

Del blog Fascinación por la vida de Alberto Gimeno

Rouco Varela asegura que el laicismo radical acabó en el nazismo. ¿Qué es el laicismo radical? “Laicismo” y “radical” asociados directamente. ¿Tiene sentido?

Un cristiano puede ser radical si quiere imponer su fe a los demás. Si quiere imponer sus dogmas y creencias a los demás. Si quiere que familia sólo exista la cristiana. Eso es un cristiano radical. Igual que los islamistas imponen el velo a sus mujeres, hay cristianos que quieren imponer sus creencias a los demás, por ejemplo impidiendo que exista otra familia que la cristiana. Es decir, que por ley no fuera posible la unión de personas del mismo sexo, aunque esas personas no sean cristianas. Pero, si esas personas no son cristianas y creen en la unión de personas del mismo sexo, ¿por qué otras personas han de imponerles el modelo cristiano y negarles el modelo de familia en el que ellos creen?

Mucha gente piensa, como Rouco, que ser laico también es ser radical. Me he encontrado afirmaciones como “Tú, que te manifiestas en contra de los privilegios de la Iglesia eres igual que radical que alguien que quiere un Estado fundamentado en la moral cristiana”. Claro, son puntos de vista opuestos. Si un punto de vista es radical, su opuesto también será radical ¿no? Veamos por qué no es así. Una persona que odia a los negros, homosexuales, judíos,… es un radical. Creo que estamos todos de acuerdo. Entonces lo opuesto también sería ser un radical según el planteamiento anterior. Una persona que no odia por raza, orientación sexual, religión,… entonces sería un radical. Vaya, creo que no es el caso, entonces el argumento anterior es incorrecto. Odiar por motivos de raza, sexo, religión, es ser radical. Lo contrario no.

¿Cómo sería un laicista radical? Mmmmm… para eso tenemos que preguntarnos ¿qué es ser laico?

[...] se vincula a la estricta separación entre las instituciones del Estado y las iglesias u organizaciones religiosas.[...] Los laicistas consideran que están garantizando la libertad de conciencia además de la no imposición de las normas y valores morales particulares de ninguna religión o de la irreligión.

¿Una persona que quiere un Estado que no imponga valores morales de ninguna religión particular o irreligión es radical? Pues no. Imponer a los demás es ser radical, no imponer no es ser radical. Un laicista no impone, así que el “laicismo radical” no tiene sentido.

Actualizado.

Rouco Varela también parece olvidar las relaciones de la Iglesia y el nazismo