30 de diciembre de 2008

La razón y la reverencia



Emerge un nuevo humanismo religioso que ofrece profundidad, sentido y propósito sin sacrificar la honestidad intelectual, ni la dimensión espiritual. Por William R. Murry publicado en el número de diciembre de 2006 en UUWorld (Trad. Francisco Javier Lagunes Gaitán).

Hace algún tiempo un vecino, al enterarse de que me considero humanista, me preguntó cuál era el significado de 'humanista'. Le contesté que el humanismo se refiere a afirmar la valía y la dignidad de cada persona, a un cometido de mejoramiento humano y a la necesidad de que los seres humanos asuman la responsabilidad de sí mismos y del mundo. "Si es así, parece que yo también sería humanista", respondió aparentemente sorprendido. En este sentido amplio de 'humanismo' millones de personas serían humanistas, aunque no se identifiquen como tales y los valores humanistas permean nuestra cultura e instituciones.

Le expliqué a mi vecino que hay muchas clases de humanismo y que algunas son teístas, en tanto que el humanismo religioso y su primo, el humanismo secular, son noteístas [en palabras de Tom Flynn: En la definición de Michael Martin para el Cambridge Companion to Atheism, se distingue entre ateísmo positivo, o la firme convicción de que no existen deidades, y el ateísmo negativo, o simple ausencia de creencia en dios alguno. En varios escritos, Paul Kurtz se ha hecho eco de la dicotomía de Martin, proponiendo una distinción entre ateísmo y noteísmo (...) En nuestras respectivas enciclopedias para no creyentes, Gordon Stein y yo hemos discutido una definición de ateísmo más cercana al ateísmo negativo de Martin: La simple ausencia de creencia en dioses. Esto refleja las raíces grietas de la palabra, a-theos, literalmente sin dios. Stein y yo hemos encontrado perverso que el ateísmo real deba requerir algún tipo de certidumbre en la no existencia de dios, algo que en sí mismo aparentaría ser un tipo de fe].

El humanismo religioso es una posición hacia la vida que demuestra gozo hacia estar vivos en este universo inimaginablemente vasto y de una belleza que quita el aliento y que muestra alegría y satisfacción en contribuir al mejoramiento humano. Sin un credo, pero con insistencia en la la razón, la compasión, la comunidad, la naturaleza y la responsabilidad social, se trata de una manera de vivir que responde a las necesidades espirituales y religiosas de la gente actual. Un nuevo humanismo emerge entre los unitarios universalistas, un humanismo religioso conformado por los desarrollos culturales y los descubrimientos recientes en las ciencias humanas y naturales, que se fundamenta en el contexto amplio del naturalismo religioso, un humanismo religioso que ofrece profundidad, sentido y propósito, sin sacrificar la honestidad intelectual, ni la dimensión espiritual.



El naturalismo religioso es una perspectiva que encuentra sentido religioso en el mundo natural y rechaza la noción de un ámbito sobrenatural. En años recientes, el naturalismo religioso ha experimentado un resurgimiento. La mayoría de los naturalistas religiosos son teístas que entienden a Dios como perteneciente al universo natural, más que como una deidad sobrenatural.

Yo asumo una fe noteísta, una perspectiva que llamo naturalismo religioso humanista. Como el humanismo religioso tradicional, rechaza lo sobrenatural y mantiene que sólo hay una realidad, el universo natural. El humanismo tradicional, sin embargo, históricamente ha sido demasiado antropocéntrico, mientras que para el naturalismo religioso humanista es la naturaleza, más que el ser humano, lo que es último. Esto aporta el fundamento para una ética ambiental fuerte, tan necesaria en un mundo amenazado por la destrucción ambiental. Lo que es más, integrar el humanismo religioso con el naturalismo religioso resulta en una mayor profundidad espiritual y en un lenguaje de reverencia, aspectos ambos que muchos consideran faltantes en el humanismo tradicional. Se trata de una forma emergente de humanismo que también ofrece un relato significativo: la épica de la evolución. Las diferencias con el humanismo religioso tradicional podrían parecer sutiles, pero ofrecen el fundamento para un humanismo más abierto, menos racionalista y más incluyente, que hable al corazón y al alma, no sólo al intelecto.



Por la otra parte, el naturalismo no es una fuente suficiente de sentido religioso, debido a que la naturaleza es moralmente neutral, o simplemente amoral. Su único valor parecería ser la creatividad. La naturaleza ha producido lo que percibimos como la magnificencia del universo. A través de la evolución creó a la humanidad, que a su vez desarrolló principios morales. Pero la lluvia de la naturaleza cae sobre el justo y el injusto por igual. La enfermedad y la muerte afligen a todos, con independencia de su carácter [carácter moral: el conjunto de virtudes y hábitos de conducta moral de una persona]. La naturaleza no sabe nada de la justicia, el amor, la bondad, o la generosidad. El humanismo, con su convencimiento sobre la dignidad y el valor de todos los humanos y todo lo que se sigue de este principio, provee de los valores de los que el naturalismo carece.

Además, me parece que el naturalismo religioso, ya sea en su forma teísta o noteísta, es la perspectiva teológica de la religión liberal, particularmente el unitarismo, o unitarismo universalista. El estudio Engaging Our Theological Diversity [Tomar parte en nuestra diversidad teológica] elaborado por la Commission on Appraisal [Comisión de Evaluación] de la Asociación Unitaria Universalista de Congregaciones refuerza esta convicción de varias maneras. Los sondeos de la comisión revelaron que el Séptimo Principio, que afirma "El respeto por la trama interdependiente de todo cuanto existe, de la cual formamos parte" está "en el centro de nuestra visión compartida del mundo" y que la mayoría de los encuestados rechazaron la idea de un universo de dos habitaciones, la correspondiente a lo natural y la que correspondería a lo sobrenatural. Más aun, la mayoría de los encuestados que mencionaron a Dios como parte de su teología hablaron de Dios en términos naturalistas, tales como el poder de la creatividad, la fuerza inmanente del bien en el mundo, o simplemente como el misterio. En una palabra, encontrar lo sagrado en el mundo natural parece ser una delas principales características del liberalismo religioso. Este rechazo al sobrenaturalismo distingue a la religión liberal de otras formas de religión occidental.

Los estudiosos frecuentemente diferencian entre dos clases de religión, mythos y logos. Mythos se refiere a la religión imaginativa basada en mitos, o en relatos con significados. Los mitos ofrecen una explicación de por qué las cosas son como son y dan un significado más profundo a la vida. Los dos relatos d ela creación en la Biblia Hebrea están entre los mitos más famosos de la cultura occidental. Creo que los mitos nunca fueron concebidos para ser creídos al pie de la letra, sino que probablemente fueron entendidos por la gente precientífica como intentos metafóricos de describir una realidad que resultaba demasiado compleja y misteriosa para para ser comprendida de cualquier otra forma. Es sólo en la época científica,con su insistencia en el conocimiento fáctico, que los mitos han llegado a ser tomados como hechos. Al tomar al pie de la letra a los mitos, la religión fundamentalista transforma los mitos en logos.



El logos es la religión racional, lo que en nuestro tiempo usualmente significa la religión basada en la visión del mundo científico-empírica. La religión racional se desarrolló principalmente en la filosofía griega, que en mucho es esencialmente una versión racionalizada de la mitología griega. También surgió en alguna medida en la tradición de los profetas hebreos, que se rebelaron contra los rituales y las ceremonias, e insistieron en una vida moral y en la justicia social. El naturalismo religioso humanista es una forma contemporánea de la religión del logos.

Los mitos y los relatos son importantes para la religión, pues hablan a nuestro inconciente y por ello nos afectan en un nivel profundo e influyen sobre nuestros supuestos y actitudes básicos. Aunque el naturalismo religioso humanista pertenece al tipo de religión del logos, incluye también relatos que sirven a la misma función que los mitos para proveer de un entendimiento narrativo del origen y sentido del universo y de la vida humana. Uno de estos es el relato de la evolución cósmica y biológica. Es la historia de los poderes creativos emergentes de la naturaleza, misma que continúa hoy en la forma de la evolución moral, espiritual, social y cultural que suscita la creatividad humana. Un segundo relato, consistente con los valores del humanismo, es la notable historia de la expansión de la libertad humana en el mundo, tanto de la libertad política, como de la libertad religiosa.

Ha sido tiempo que el humanismo ha sido uno de los blancos predilectos de la derecha religiosa. Hace algunos años el Revdo. Tim LaHaye proclamó que "los humanistas son enemigos mortales de todos los americanos en favor de la moral y constituyen la más sería amenaza contra nuestra nación en toda su historia". LaHaye es uno de los más notorios dirigentes evangélicos y coautor de la serie Left Behind [Dejados atrás]. LaHaye, Jerry Falwell y otros han culpado al humanismo por todo lo que creen que va mal en América, la libertad de elección reproductiva, los programas contra la pobreza, el movimiento feminista, el movimiento por los derechos GLBTI [gays, lésbicos, bisexuales, transgéneros e intersexuales], las leyes contra la oración obligatoria en las escuelas públicas, el control de armas y la educación sexual.

Al mismo tiempo se equivocan y tienen razón. Están completamente equivocados al llamar a los humanistas una amenaza para la moralidad nacional, pues el humanismo es una forma elevada de vida ética, pero tienen razón en cuanto a conceder crédito a los humanistas por haber promovido el cambio social. Al articular mi entendimiento del humanismo emergente, espero ayudar a otros a considerarlo una opción viable para el mundo de hoy. En su estudio monumental, Una historia de Dios, 4000 años de búsqueda en el judaísmo, el cristianismo y el Islam (Paidós, 2006), la notable estudiosa y escritora, experta en historia de la religión, Karen Armstrong (1944-) escribe:

Cuando las ideas religiosas han perdido su validez, usualmente se desvanecen sin dolor; si la idea humana de Dios ya no funciona para nosotros en la época del empirismo, será descartada. Ya en el pasado la gente ha creado nuevos símbolos para actuar como foco de la espiritualidad. Los seres humanos siempre han creado una fe para ellos mismos, para cultivar su sentido de la maravilla y del significado inefable de la vida.

Estoy convencido de que en esta época empirista, el naturalismo religioso humanista puede y debe ser esa fe.




Creo que una religión viable para el siglo XXI debe incluir las siguientes 5 características:

En primer lugar está la afirmación de que los seres humanos son una parte integral de la naturaleza. No estamos separados, ni somos distintos del resto del mundo natural; formamos parte y somos un fragmento de él. Estamos relacionados con cada criatura viviente, tanto planta, como animal. Los elementos de los que estamos compuestos —carbono, calcio, nitrógeno, oxígeno, hierro— son los mismos elementos de los que está hecho el resto del universo.

La segunda característica se sigue de la primera: No somos dominantes sobre la naturaleza, como una vez creímos; somos sus servidores y administradores. Una religión para el futuro afirmará la responsabilidad del género humano en la preservación y sostenimiento del mundo natural. El futuro de la vida sobre este planeta y ciertamente el del planeta mismo depende de ello.

En tercer lugar, cualquier religión viable futura debe tomarse en serio las implicaciones para la religión de los descubrimientos notables de las modernas ciencias naturales y humanas. El mundo de la ciencia moderna es un mundo diferente al de nuestras percepciones ordinarias y al de los pueblos antiguos que dieron nacimiento a las religiones occidentales [abrahánicas]. La religión del futuro debe ser una religión que aprenda de la ciencia y se adapte consecuentemente a la tecnología. Y dado que cada religión requiere de una narración, el relato de la religión del futuro será un relato científico con un significado mítico.

En cuarto lugar, tal religión habrá de reconocer la importancia, tanto de la razón, como de la reverencia. La habilidad humana para pensar crítica y constructivamente ha hecho posibles nuesytros muchos logros artísticos, así como los avances médicos y tecnológicos, pero es sólo la reverencia, entendida como sentimientos de respeto y asombro, lo que puede salvarnos de la hybris [desmesura, orgullo, soberbia] que destruiría todo el bien que hemos logrado. Como lo escribe Paul Woodruff en su elegante libro, Reverence: Renewing a Forgotten Virture [La reverencia: Renovación de una virtud olvidada], "La reverencia parte de un entendimiento profundo de las limitaciones humanas". Y señala que la reverencia evita que los seres humanos actúen como dioses. Por ello es esencial para nuestra verdadera humanidad. También creo que se puede presentar un fuerte alegato en cuanto a que la carencia de reverencia es una de las causas principales de todas las formas de violencia humana a lo largo de la historia y en la vida familiar y comunitaria, así como con respecto al ambiente natural. Y dado que la reverencia no es sólo una cualidad religiosa, una religión sin un sentido profundo de reverencia no es en absoluto una religión.

Finalmente, la religión del futuro debe afirmar aquellos valores a hacer a nuestras vidas más plenamente humanas. En su autobiografía espiritual, La escalera de caracol: En busca del sentido de la vida (Maeva 2006), Karen Armstrong escribe:

En el curso de mis estudios, he encontrado que la búsqueda religiosa no consiste en descubrir 'la verdad', o 'el sentido de la vida', sino en vivir tan intensamente como sea posible el aquí y el ahora. La idea no es captar a una determinada personalidad sobrehumana, ni 'llegar al cielo', sino descubrir cómo ser plenamente humanos.

Esto es precisamente en lo que consiste el naturalismo religioso humanista. Volvernos plenamente humanos implica la transformación de la mente y el corazón, desde estar centradas en el ego, hacia un sentido de ser parte de un todo mayor sagrado y a un cometido profundo con los mundos humano y natural. Trata de la transformación de una vida superficial de miedo, avaricia, hedonismo inmediatista, y materialismo cosificante, hacia una vida de amor, cuidado, gratitud y generosidad, justicia y equidad, gozo y esperanza, así como de un profundo respeto por los otros.



El naturalismo religioso humanista promueve una vida ética en la que uno piense y actúe desde una perspectiva mayor que los intereses egoístas propios, una vida que afirme la valía y la dignidad de cada persona, una vida plena de maravilla y reverencia por la extraordinaria magnificencia del mundo natural y las creaciones humanas. Incluye gratitud por el don de la vida misma y la capacidad de disfrutarlo.



Ser plenamente humanos es desarrollar y usar nuestras mentes sin negligir nuestras emociones e intuiciones. Para mí, es una responsabilidad religiosa y un gozoso desafío aprender todo lo que pueda sobre los seres humanos y el mundo en el que vivimos, así como pensar crítica y constructivamente sobre lo que aprendo. Pero también somos seres emocionales que necesitamos usar nuestros sentimientos al servicio de lo mejor que conocemos. Una persona plenamente humana tiene, tanto una mente abierta y un corazón cálido, como una conciencia social. Como Bertrand Russell (1872-1970) lo sugirió, "La buena vida es una vida guiada por la razón y motivada por el amor".



Fundamentar el humanismo religioso en el naturalismo religioso hace posible afirmar una perspectiva que incluye estas 5 características y por lo tanto califica como una religión para el siglo XXI. Como lo escribió el finado astrobiólogo y divulgador de la ciencia Carl Sagan (1934-1996), "Una religión que destaque la magnificencia del universo como lo revela la ciencia moderna podría ser capaz de extraer las reservas de reverencia y asombro sobreexplotadas por las fes convencionales. Tarde o temprano, ha de emerger tal religión". El naturalismo religioso humanista es justo esa religión. Creo que emerge entre nosotros hoy.




Adaptado con permiso del libro Reason and Reverence: Religious Humanism for the Twenty-first Century de William R. Murry (Skinner House, 2006). El Revdo. Dr. Murry ha sido Presidente del seminario unitario de Chicago, la Escuela de Teología Meadville Lombard.





















1 comentario:

Anónimo dijo...

Sospecho de las alusiones a la fe, creo que el piso básico para el diálogo es simplemente el compartir la condición humana, creo que es posible el diálogo, pero dios, que es el dios de Abraham, el dios de Jacob y todo eso. No puede ser despojado así como así de toda la carga histórica de su nombre. No, debemos prescindir de él y poner al hombre primero, por sobre cualquier otro interés y Yaveh Elohim tiene sus propios intereses. Esto, sin embargo, no significa que no exista el derecho a conectarse de la manera que mejor se pueda con el universo o con cualquier realidad de tipo trascendental. Pero eso debe quedar en el ámbito de lo privado. La dignidad del hombre se funda exclusivamente en que la compartimos, eso debe bastar para terminar con la desigualdad, y para repensarnos como sociedad mundial. Si no, nos exponemos al establecimiento de una nueva dictadura teocrática.